La evolución de las lenguas, a través del prisma de Diego J. García Molina

Evolución de las lenguas

Es interesante detectar cómo evoluciona el lenguaje continuamente, día a día, ante nuestros ojos. Al ser progresiva, una trasformación paulatina, pasa inadvertido y solo lo detectamos puntualmente con algún caso concreto. Con la vuelta del futbol tras el confinamiento y ante la imposibilidad fisiológica de aguantar los comentarios de Jorge Valdano en televisión, quien, por cierto, parece usa una jerga propia donde las palabras tienen el significado que a él se le pasa por la cabeza en ese momento, por decirlo finamente, aplicándolas sin orden ni concierto a los sucesos del terreno de juego, decidí seguir los partidos por la radio. Y fue aquí donde me llamó la atención la forma de acomodar expresiones, palabras, incluso costumbres, al desarrollo del juego acaecido en el encuentro. En algunos casos concretos, la verdad, es que son divertidos, hay que reconocer que tienen imaginación y bastante gracia, supongo que resultado de lo vertiginoso de algunas acciones y la necesidad de rellenar el silencio causalidad del medio de comunicación.

Centro tenso, masticar el encuentro, o, ha chutado con música, son algunos de los términos utilizados. Ninguna de las acepciones de la palabra tenso se puede aplicar a un centro, excepto quizás estirado, sin embargo, no creo que sea ese el objetivo del narrador. Lo curioso es como lo repiten incesantemente, todos los centros y córner son ya tensos, además extendiéndose al resto de comentaristas de diferentes cadenas, siendo usada de manera habitual. Otra de las peculiaridades de las retrasmisiones deportivas son las que derivan del ya fallecido Radomir Antic. El que fue afamado futbolista y entrenador tenía una particular forma de interpretar el español, despreciando servirse de artículos y hasta preposiciones. Nada tendría de original si no fuera porque se ha extendido al resto de comentaristas españoles quienes han olvidado la correcta aplicación de su habla materna cacareando en sus programas posesión de balón, en vez de posesión del balón, hizo jugada, por hizo una jugada, entre otras similares.

No es el deportivo el único ámbito donde se producen estas prácticas, el político también es generador incansable de nuevas expresiones empleadas hasta la saciedad, palabras inventadas, o malas traducciones de otros idiomas. Tienen su propio argot el cual prácticamente solo se utiliza en su espacio. Discursos en muchas ocasiones para mucho hablar o escribir sin decir o comprometerse a nada. Recargado y barroco, incluso desagradable al oído y la vista. Famosa y antigua ya es la introducción en nuestro idioma de la expresión de Felipe González gota malaya, la cual ha terminado calando, nunca mejor dicho, a fuerza de repetición. A día de hoy (otra de ellas) la más famosa es poner en valor. Ya nada se elogia, aprecia, estima, pondera, encomia, enaltece, u obviamente valora, lo pertinente es poner en valor. Esta locución deriva de una mala traducción del francés. Otro ejemplo es musealizar, término el cual no existe para la RAE, aunque en breve se convertirá en un neologismo puesto que es utilizado asiduamente, y desde hace años en el periodismo; no me imagino a una persona de la calle usando esta palabra.

En todo caso, los ejemplos expuestos en párrafos anteriores no son algo negativo en sí mismos, es el propio desarrollo del idioma, con el paso del tiempo años cambian las formas de hablar y las costumbres de los hablantes. Las palabras usadas en El Quijote, por ejemplo, nos son extrañas también por su escritura, y ni hay que decir que muchas de ellas están desaparecidas del uso cotidiano. Hasta el modo de escribir de hace poco más de un siglo, aun siendo muy similar a la actual, tiene señaladas diferencias. Me pareció significativo leyendo las memorias de Alcalá-Zamora como se extraña, o quizás enfurruña, por la utilización en una carta o un periódico del vocablo masacre por tratarse de un galicismo, teniendo equivalentes en el diccionario. Hoy día la tenemos totalmente asimilada y ni siquiera conocemos dicha particularidad.

A mí personalmente no me molesta en exceso pues el tiempo pone cada expresión en su lugar y son los parlantes quienes con su aceptación y uso de ella consiguen que una palabra sea aprobada por la real academia de la lengua española incluyéndose en nuestro repertorio léxico. Lo que si me desagrada son las campañas, los intentos forzados por incrustar un vocablo, o expresiones por motivos espurios. Como ejemplo fuera de la política, el que protagonizó un funesto director de diario deportivo, por suerte ya desaparecido de la primera línea editorial, empeñado en que el enfrentamiento Real Madrid contra Barcelona se denominara clásico, como sucede en Argentina con el Boca-River. Mientras que en España nunca se había llamado así, al menos yo nunca lo había oído o leído; siempre se había llamado a este partido el derbi, por ser el encuentro más importante de la competición española; es fácilmente comprobable consultando periódicos de la época. Asimismo, clásico es también aplicable a los partidos de estos dos equipos frente al Athletic club de Bilbao, ya que este equipo está incluido en el trío de las únicas formaciones que han permanecido en primera división a lo largo de la historia del campeonato nacional de liga.

 

 

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